«¡Ahí tienen mis defectos y mis errores,
mi delirio, mi falta de gusto, mi confusión, mis lágrimas,
mi vanidad, mi estar escondido como un búho, mis contradicciones!»
La gaya ciencia, 311 (Friedrich Nietzsche, 1882)
Mi agradecimiento al equipo de Shangrila Textos Aparte, a los lectores que un buen día rondaron por Kino Delirio y, en general, a cualquiera que se dé por aludido. La mayoría de los libros que edita Shangrila -y otras editoriales admirables- son locuras de cuerdo en el panorama actual. No estoy seguro si esta es un poquito más o menos delirante que el resto. No tanto por la logística (más de cuatrocientas páginas con ilustraciones a color), como por el formato primigenio y, por qué no decirlo, el autor. Seleccionar textos de un viejo blog ya desaparecido escrito por alguien que no crea tendencias y que ni siquiera participa en un medio de manera habitual. Reitero las gracias mientras celebro en la intimidad -dónde si no- no haberme convertido en una caricatura 2.0 de mí mismo.
Este libro es una alegría y, en parte, una tristeza. Tiene algo de ese destino que le espera a determinados contenidos producidos en Internet. Primero la irrelevancia; luego, la extinción. Una buena cantidad se perderá y algo, poco, será musealizado. Con toda la carga funeraria que esto conlleva. Me refiero, lógicamente, a los contenidos que en términos situacionistas no han sido ni pueden ser recuperados. En los últimos quince años, he visto desaparecer más del 90% de los blogs y de los foros que visitaba. La tasa de reposición, como la de docentes y sanitarios, ha sido nula. Aquella forma de hacer merecía y merece algo más que un recuerdo. Merece seguir practicándola.
Existe un paralelismo evidente entre ciertos discursos surgidos bajo la coartada de una crisis y una Red devaluada. Habría que analizarlo porque el registro temporal y el retórico lo avalan. Los medios de comunicación y las industrias audiovisuales vieron peligrar su posición y quisieron remediarlo. Qué duda cabe, lo han conseguido. Volver a promover y hasta alardear de la marginalidad es un error. Por supuesto que Internet continúa siendo algo más que una herramienta única y maravillosa donde puedes seguir jugando con gente amable en un rinconcito del salón. El problema es que ese rincón fue, hace nada, la mansión. La variedad, el compañerismo, la disputa sana y el aprendizaje van dejando paso a la vulgaridad, a la histeria, a la represalia y al gregarismo. Hoy has decidido qué comida hacer, tal vez qué ropa vestir, pero ¿has hecho lo propio con los temas y las informaciones que gobiernan tu día?