«Voy a tratar ahora de la
existencia de lo que llamamos
simulacros de las cosas; los cuales, como películas desprendidas de la corteza
exterior de los cuerpos,
vuelan por los aires de acá
para allá; ellos son los que nos aterrorizan apareciendo en nuestras mentes,
en la vigilia o también en sueños».
(Lucrecio, ca. 55 a. C.)